miércoles, 8 de julio de 2009

¿Carteles peligrosos?

A simple vista, la pregunta suena un poco alarmante. Pero analizando más en profundo puede que ser una pregunta seria.

Los carteles publicitarios ubicados en la vía pública pueden esconder el paisaje y la visual para transitar adecuadamente. Su composición puede producir efectos en las personas: color, forma, tamaño y contenido. El contenido puede sobreestimular a los conductores y peatones. Además los puede distraer. En un mundo competitivo de empresas, los carteles son más y más y tratan de diferenciarse del otro a toda costa. Lo que más tratan de hacer es de captar la atención de las personas, lo que hace que dejen de prestar atención a cosas más importantes: conducir o cruzar una calle.

Tanto los contenidos como la composición del cartel atrapan a la persona. Pueden ser atractivos o impactantes por las imágenes y colores utilizados. Pueden llegar a producir emociones en las personas apelando al sexo o violencia, recursos ya comunes.

Otro tema importantes es que la superpoblación de carteles bloquea la visualización urbana. En un ambiente acelerado y de gente apurada pueden producirse accidentes o confusiones por el simple hecho de que un cartel publicitario oculte una señalización o semáforo.
Dos claros ejemplos de exceso de carteles en rutas vía pública son la Avenida Lugones, en la que encontramos la mayor cantidad de carteles que se pueden ver en una avenida, casi autopista de Capital Federal, y la Avenida 9 de Julio, donde se encuentra el mayor porcentaje de carteles y publicidades del país.

Además de descomponer el entorno y ensuciarlo, los carteles pueden alterar el funcionamiento de la ciudad potenciando el caos ya existente.
Con respecto a la calidad de vida,las publicidades acaban por abrumar y alterar los nervios de las personas.

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